Anciano vigilante de la playa
Había una vez cierto anciano que se colocó de vigilante de playa y una de las mañanas que hacía su recorrido habitual por las blancas arenas, se
tropezó con una rubia hermosísima ante la cual al pobre hombre se le alzó el miembro. A la rubia le hizo gracia el viejo y le dijo:
- ¿Abuelo, eso
quiere decir que tienes ganas de follar, no? ¡Pues ven aquí!.
El anciano disfrutó lo suyo y cuando se le acabó la fiesta dejó a la bañista y se fue tan contento. Pero al poco rato se tropezó con unos
grandullones delante de los cuales se le escapó un pedo. Entonces, le dijeron los grandullones:
- ¡Abuelo, eso quiere decir que tienes ganas de
que te den por el culo! ¡Pues ven aquí!. Y se le follaron.
Ocurrido esto, el pobre hombrecillo dirigiéndose a la dirección de su
empresa, pidió el despido.
- ¿Pero, hombre, después de luchar tanto por conseguir este puesto de
trabajo quiere usted despedirse? ¿Qué le ocurre a usted?
El viejo contó lo sucedido.
- ¿Y eso qué tiene que ver? ¿Eso siempre será una buena satisfacción para usted?
- ¡No! Porque la polla se me levanta una sola vez al año y pedos me estoy
tirando continuamente.
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