Milagros de Jesucristo
Se encuentran un inglés, un alemán y un español en una cafetería y toman
unas copas juntos. De repente el inglés les dice a los otros:
- Oye, ese de ahí de en frente es igualito que Jesucristo.
- Bah, qué va a ser Jesucristo.
- Que sí, que sí. Pero si es igualito. La barba, la túnica...¡Ese de ahí es Jesucristo seguro!
- ¡Que no hombre, que no!
Se levanta el inglés, se dirige hacia el hombre de la mesa de en frente y le pregunta:
- Tú eres Jesucristo, ¿verdad?
- ¿Yo? ... Yo que voy a ser Jesucristo. ¡Pues claro que no!
- Que sí tío, que tú eres Jesucristo.
- ¡Que no lo soy, pero habla más bajo hombre!
- ¡Que sí, que yo sé que tú eres Jesucristo!
Y tanto le insiste que ya el hombre le susurra al inglés:
- Mira, efectivamente soy Jesucristo, pero por favor habla bajito y no se lo digas a nadie porque me vas a formar un escándalo impresionante en la cafetería. Como los demás se enteren verás.
Y el inglés loco de alegría le dice:
- Tengo una lesión en la rodilla que me hice de pequeño haciendo deporte. Por favor, cúrame.
- No mira, milagros no. Que luego vas, se lo cuentas a tus amigos y me tiro toda la tarde haciendo milagros.
- Por favor, por favor. Cúrame, venga cúrame. Por favor.
- ¡Que no!
Y el inglés le insiste tanto que finalmente Jesucristo le pone la mano sobre la rodilla y le cura. Y dice el inglés:
- ¡Muchas gracias! Te estaré siempre agradecido. Gracias de verdad.
- Bueno, vale, vale. No grites y vete. Pero eso si, no se lo cuentes a nadie.
Y el inglés se va a su mesa y, claro, se lo cuenta todo al alemán y al español. Se levanta el alemán y va corriendo hasta la mesa de Jesucristo y le dice:
- Oye, que me ha dicho mi amigo que tú eres Jesucristo.
- ¡Joder! No grites y vete que yo no soy Jesucristo
Y le insiste tanto que al final lo reconoce y le dice:
- Mira, pues sí, soy Jesucristo, pero cállate y no grites porque la gente de la cafetería ya se está empezando a mosquear y me voy a tener que marchar de aquí.
Y el aleman le dice:
- Tengo un ojo de cristal. Por favor cúrame.
- Mira, más milagros no porque tu companero te lo ha contado a ti y tú se lo vas a contar a todo el mundo.
- Que no, de verdad, que no se lo contaré a nadie.
Y le insiste tanto que finalmente Jesucristo le pone la mano en el ojo y se lo cura.
- ¡Gracias, muchas gracias, de verdad!
Y el alemán se va a su mesa y se lo cuenta a sus amigos.
Entonces Jesucristo empieza a pensar que en breves instantes aparecerá por allí el español queriendo, como todos, que le cure ésta o aquella cosa.
Pero el tiempo pasa y el español no viene, y no viene, y no viene. Y entonces Jesucristo, ya mosqueado y picado por la curiosidad, se levanta y se va hacia la mesa donde están los tres y poniéndole la mano en el hombro al español le pregunta:
- Oye, ¿tú por que no...
Y el español salta de la silla y apartándose violentamente le dice:
- ¡Eeeeh, tú! ¡Sin tocar, que estoy de baja!
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